No estábamos solos ese 26 de junio
Afuera el país había empezado a revelar las marcas de la depredación
Despidos, familias en la calle, cierre de empresas se esparcían como una maldición
Grito, banderazo y espanto nos igualaban en las miradas,
En el corazón agazapado de muchos de nosotros latía una amenaza de perderlo todo
Era una forma de desaparecer, de quedar mezclados entre papeles y telegramas
Hubo espías y entregadores, calcularon sobre nuestras vidas, sobre nuestro tiempo y al final escupieron una cifra
Respondimos con ocupación pacífica, paros, asambleas, recitales, poesía, marchas, resistencia
Los rostros conjugados sobre los vidrios del edificio de Belgrano dieron espesura y dimensión del conflicto
Hubo destellos de dolor, asomos de impotencia y brotes de desconcierto
Hubo momentos de vacío, desesperanza, el cuerpo se recortó en mil pedazos,
Ante el espanto, elegimos la solidaridad y ante el atropello, la unidad
Grito, aplauso y abrazo alrededor del fuego para morigerar el dolor y restañar las heridas
Cuando el invierno comenzó a disiparse, la primavera alumbró los primeros brotes
Octubre nos devolvió los sueños y aire fresco, pero no fue suficiente
Otra vez el peligro se tendió como una amenaza
Grito, corazón y acampe como una forma de identidad pusimos frente a las redes de la justicia
Bajo un mismo techo buscamos cobijarnos ante el depredador
Fue otra forma de parir, de hermanarnos otra vez frente a los torpes
Y la victoria alumbró nuevamente
Fue un octubre diferente
Porque no estábamos solos ese 26 de junio
Claudia Lorenzón