y como que nos crecieron alas, ¿viste?
alas de derribar insectos gigantes
rotas de decir basta.
fue como si despertáramos fríos y nos fuéramos calentando de a poco con el solcito que entraba pidiendo permiso en las ventanas del cuarto piso y amuchaba a muchos
y lo que hubo y lo que no hubo:
hubo trompis en un subte
baile pachanga y birra
días y días de andar en la calle con banderas, banderolas y banderitas,
hubo la gran abrazo entre los justos en la noche de los sindiente
cuando el puñal marcaba juzgados del trabajo y llegaban hasta allá, ocultos en trajes caros, emisarios de la muerte a los que enfrentábamos con dos carpitas de polietileno hechas de agujeritos de galleta y mates a la madrugada que madruga porque no duerme y vigilia
hubo sentir también que parecían invencibles y eran pájaros de alambre de papel pintado de poder que no podían contenerpoder
hubo ruidos a las cuatro de la mañana y patrulleros que nos siguieron de cerca
y los que vinieron a provocar peleas para cortar su miserable tajada de pastel podrido en la mesa donde nadie tiene cara ni tiene manos ni corazón para taparse las bocas
y hubo también una infantería completa una tarde de visita a la guarida del lobo (¿estás?)
y hubo, por las noches, eximios cocineros para panzas calientes
y amores furtivos y besos
y en las calles, los días de fiesta, parrilleros del alma que te comías a bocados
y una persistencia salina que dio luz a ciegos
y una voluntad salvaje que convenció todo y si no convencía arrastraba
y una creencia que derribó a los elocuentes pergueñadores de la tristeza
y a los cagatintas del twitter que regodeaban nuestra derrota
y soñaban vernos muertos como única estrategia de sentirse vivos
y no hubo nadie, ni uno solo hubo, que se perdió junto y pocos que se perdieron solos, de andar solos, de pensar solos, de amar solos
porque para la gran temblor de la planeta tierra
los que creímos juntos seguimos juntos
y hoy y siempre
Pedro Fernández